Nocherniego
(Flavio Cruz)
En las fauces mas hundidas del nebuloso espíritu del hombre, se mece el vaivén de su alma, espejos contrapuestos, en un inconsciente refugio de alucinaciones, reflejan un cielo que se aparece corporizando sus miedos, y dándole forma a sus sentimientos.
Quizás el débil sabor del misterio, y la euforia por descubrir la existencia, nos acerque un poco al aliento del creador, pero bajo sus seductoras faldas, la noche, nos desvanece un horizonte de realidad, estrellas cuelgan balanceándose en el anzuelo de su brillo, mientras la soledad y el corazón buscan desesperados en la madrugada ese amor eterno.
Y allí la luna guardiana y testigo de victoriosos ocasos, de amaneceres sin gloria, nos lame la razón y escupe cada instinto recuperado en su fragor sin tiempo.
Desde los parpados cansados de las horas, emergen los ojos mutilados del olvido, brotan y brotan las raíces germinadas del deseo, y soplan los pulmones henchidos de la fe, creyendo en un despertar posible el lucero se agiganta, mientras nuevamente la luna nos desnuda tímidamente su ultimo fulgor, y nos deja en brazos del sol un nuevo día.
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